Pese a su diminuto mercado, el país centroeuropeo se convierte en un gran productor.

Es el gran rival de España. Al menos en lo que a la industria del automóvil se refiere. Una de sus fábricas, del Grupo Volkswagen, ha sido la rival permanente de las españolas de Landaben y Martorell. Volkswagen accedió a la factoría de Bratislava en 1992 al tomar el control de la marca checa Skoda.
Y rápidamente la dedicó a ensamblar unidades de su modelo Golf y a producir componentes para abastecer otras fábricas.

Las posibilidades de la planta aumentaron rápidamente, sobre todo tras la separación de la República Checa, en 1998, cuando el nuevo Gobierno eslovaco decide declarar la industria de automoción como preferente para la economía del país.

Paralelamente, Volkswagen decide aprovechar la situación y sus inversiones para mejorar la capacidad de producción se disparan hasta el punto de que a finales de 2004 totalizan los 780 millones de euros. Parte de ellos fueron destimados a la construcción de una nueva planta de componentes en Martin, una localidad cercana a Bratislava.

En precisamente en este periodo cuando comienza la rivalidad eslovaco-española. En 1998, mientras en la planta navarra el comité de empresa se planteaba si aceptaban o no la oferta de la empresa para acometer la producción del Polo, que hubieran debido fabricar en exclusiva, Volkswagen decidió aprovechar la buena disposición eslovaca y dejar en Bratislava una parte de la producción de este modelo.

Ocho años después, el consorcio alemán se plantea hasta qué punto puede serle interesante aumentar la capacidad del Polo en esta planta ante las pocas perspectivas de que en Landaben se acepten sus propuestas respecto a un convenio que asegure el lanzamiento del modelo que reemplazará al Polo actual. Y por medio hubo el episodio de Seat, parte de cuya producción -20.000 unidades anuales del Ibiza- se desplazó a Bratislava durante dos años (el Polo y el Ibiza comparten la misma plataforma).

En 2005, la planta de Bratislava produjo 218.000 unidades de vehículos completos y 369.000 cajas de cambio. La cifra de coches completos supone un retroceso respecto a años anteriores en que alcanzó las 280.000 unidades, debido en parte a la entrada en producción del nuevo Audi Q7.

Además de este modelo para el que la previsión actual de producción es de 80.000 unidades al año, de sus líneas sale también el Volkswagen Touareg a un ritmo de 90.000 al año y los bastidores para los 40.000 Porsche Cayenne que se ensamblan en Leipzig. Y además está el Polo, del que este año la producción llegará a cerca de 100.000 unidades.

La declaración del automóvil como industria preferente ha tenido atractivo para otros fabricantes. Con muy poca diferencia, PSA Peugeot-Citroën primero y Kia después, anunciaron la construcción de sendas fábricas. PSA ha iniciado la suya en Trnava, para una capacidad de 300.000 unidades al año. Comenzará a producir en unos meses el Peugeot 207. La inversión es de 700 millones de euros.

En lo que se refiere a Kia, la inversión anunciada es de 1.100 millones de euros y su capacidad será de 300.000 coches en 2009, tras una primera fase. Cuando comience a funcionar a finales de año se limitará a 200.000.

Todo ventajas.

Al margen de la predisposición oficial y dedicada a la industria del automóvil, Eslovaquia ofrece interesantes ventajas para fabricantes que se han instalado en el país, seguidos por una cincuentena de productores de componentes. Es un mercado de bajos costes.

Tomando como referencia un modelo como el Peugeot 207, producirlo allí cuesta 210 euros menos que en España, 240 euros menos que en Francia y 265 euros menos que en Alemania. Una de las razones es que el salario mensual de un operario de la cadena en Eslovaquia es de 360 euros, una cuarta parte que el de un jóven operario español.

Si se compara con la República Checa es ya de 655 euros y en Polonia, de 460 euros. Además, su posición geográfica en el centro de Europa le permite ofrecer costes logísticos bajos.

Fuente:elmundomotor